Un “casi” amor es como un carrusel. Un “casi algo” es la forma más lenta de matar a tu corazón. El eterno dilema entre el compromiso y los miedos. ¿Se le puede llamar “amor”?
Ayer estaba caminando por la playa, de la mano de este chico, a quien no puedo nombrar “Novio” por decisión de él mismo. Estábamos riendo, con nuestro amor flotante por todos lados, hasta que tuvo que recordarme lo que ya sabía. "No somos novios” dijo, lo cual resulta gracioso, llevamos seis meses en una relación que nunca ha empezado, desde el día uno que coqueteamos nos hemos tratado como una pareja, con los besos, las salidas, el romance, la pasión, los planes a futuro (tal vez tenga que ver que antes de esto fuimos amigos por años) pero nunca me lo ha pedido formalmente, ya no somos niños, estamos a semanas de entrar a la Universidad, no podemos culpar a la edad. Después de unos meses claro que le pregunté “¿Algún día seremos novio y novia?” No sé si se deba a que él ese día estaba un poco ebrio o a que se le ablandó el corazón, pero me dijo que él no lo veía necesario, que su amor por mí no se definía por un “Título” pero que si a mí me hacía feliz si me lo pediría. No les hago el cuento más largo, luego de esa plática pasaron otros tres meses, decenas de citas, cientos de besos, miles de anécdotas y millones de “Te amo”, y sigue sin pedirme que sea su “Novia”. En cambio, en cada discusión me recuerda que “No somos nada” que no podemos exigir el uno al otro cosas de una relación si no la tenemos. Ahí, en ese instante de su indiferencia me doy cuenta que es verdad, que no está ese compromiso que viene con el “Título”.
Regresando al paseo de ayer en la playa, luego de un silencio abrumador entre los dos nos sentamos bajo una pequeña palapa abandonada entre la arena, nos vimos a los ojos, como si quisiéramos leer la mente del otro, él en ese momento entendió que me había enojado su imprudente comentario. Entonces dijo “¿Me vas a terminar?” y si de una apuñalada al corazón se tratará conteste tajante “No se puede terminar algo que nunca empezó”. Recordando que eso mismo me había dicho él unas noches atrás luego de una conversación sobre el vínculo que tenemos. Porque así lo he preferido nombrar “Vínculo”. No es una “Relación” ni un “Noviazgo”. Y lo más triste es que esa no ha sido mi decisión sobre esto. Pero es lo que he aceptado, así que cargo con la culpa. “¿Entonces vamos a dejar de hablar?” preguntó. Me quedé en silencio, dejé que se recostara en mis piernas, perdí mi mirada en las olas del mar. “Imagínate que muere alguien, pero no tienes un cuerpo dónde llorarle porque nunca nació, en verdad que es una mierda pensar en eso” dije con un nudo en la garganta, con el corazón temblando y las dudas acechando. “¿Cómo un aborto?” comenzó a reírse, me reí también. “Sí, como un aborto. Nunca nació, y siempre te quedas con la pregunta de qué pudo haber pasado si hubieras dado a luz” dije. Él se quedó callado, pensativo. Los dos nos quedamos pasmados, entre preguntas flotantes y respuestas sin sentido. “¿Entonces? ¿No somos? Lo que hemos sido, no existe porque nunca te he pedido que seas mi novia. ¿Esto no es nada?” Volvió a decir después de un rato. “No, yo no creo eso. Creo que aunque tú no hayas querido abrir el libro, este se comenzó a escribir, y yo leo, yo sé que existe.”
Volvimos a quedarnos en silencio, hice un corazón con pequeñas piedras azules que encontré entre la arena, no era un silencio incómodo, era uno en el que nuestras mentes se hacen compañía hasta cuando no se pueden entender. Porque lo amo, sé que lo amo, no necesito el título de “Novia” para amarlo, eso lo tengo claro. Pero no ha sido mi decisión no tenerlo, si me lo pidiera le diría que sí, sin dudarlo. Pero es él quien duda de pedirlo, del compromiso que conlleva, de la puerta que se abre, de la manifestación que llega a su vida junto conmigo. Un rato después me preguntó “¿Crees que algo cambie si somos novios?” No contesté nada, sentía que me iba a soltar a llorar en ese segundo, pero claro que pensé que si, si cambiaría en algo. Sentiría esa seguridad que da el compromiso, tal vez sea algo superficial, tal vez nadie le de importancia, pero yo sí, quiero llegar a casa a contarle a mamá que por fin me lo pidió, que se equivocó con él y si es un buen chico que sabe lo que quiere, tal vez quiero validación, si lo piensan tal vez se trata de eso un poco, quiero ir corriendo con mis amigas y decirles “Me ama, ya ven, se los dije, no soy un juego para él” entonces tal vez se trate de querer sentir a mi ego triunfante, un reto que quiero ganar, también quiero poder decirle a todos los chicos que se me acercan en fiestas “Ven a ese chico alto de ahí, es mi novio, y lo amo, así que aún lado” porque quiero sentir que alguien me eligió, que me cuida y me protege frente a cualquiera, quiero presumirlo sin que me digan “Ni siquiera son novios”. Tal vez sea mi falta de valor que necesita que me validen de esta forma, es mi ego, es mi cabeza, son mis problemas… O solo quiero que me amen como amo, que lo demuestren y trato de manipularme a mí misma, mintiéndome, diciendo que yo no creo en “Títulos” y que no sirve de nada el compromiso, cuando en verdad si quiero el romance, las flores, las cartas, la lealtad, la pedida bajo la luz de la luna, los apodos cursis, dedicarnos canciones, y el sin fin de cosas que conlleva el noviazgo.
Y ahora no puedo evitar pensar en lo que le contesté, “No necesito del título, te amo, al inicio me importaba pero después me dejó de importar, era esto o nada. Y escogí esto” dije con una sonrisa. Me dio una sonrisa, sé que significa esa sonrisa. Un respiro. Un “Increíble, la tengo, no me tengo que esforzar, ni cambiar, ni mejorar en nada, ella quiere esto”. Conformismo, eso es lo que tengo. Supongo que por amor lo vale, pero el día que esto acabe, ¿está permitido llorarle? En realidad, ¿alguna vez acabará este vínculo? Si nunca inició, entonces no tendrá final. Solo se esfumará con el viento junto con los recuerdos. ¿Se esfumará el amor? ¿Tendré cabida en su historia? Pasaré a ser un nada, como lo soy ahora, una nada que supuestamente ama con todo el alma.
Deseo tu amor
de niña deseaba ser un hada
deseaba volar
comer todos los chocolates del mundo
y ahora
deseo ser amada
por alguien que no me mira
que no me abraza
De niña deseaba ser artista
ganar un Nobel
tocar guitarra
y hoy
deseo que me veas
que te quedes
que me quieras
–Mila Otesan.
Y supongo que este es el precio que tengo que pagar por amar tanto sus ojos castaños.
No estoy orgullosa de ello, pero sobre soltar y dejar ir aún no escribo. Aún no sé cómo hacerlo.
Estoy en el limbo, quiero quedarme, resignarme a que este es el amor que merezco. ¿No suena triste? ¿No te da miedo?
En el amor siempre queda una deuda, un número incontable de dolores y perdones. ¿Sé amar? ¿Será que todo el mundo está equivocado menos yo? Y por fin encontré el antídoto a tanta formalidad. O es pura falsedad. Me siento como una niña gritando “¡Por favor! ¡Ámenme!”
Él dice que me ama, que es su forma de amar. Pero lo que no saben, audiencia que me lee, es que tengo una larga lista mental de cómo a amado antes de mi, y hay cartas, poemas, flores, detalles, y gritos a los cuatro vientos. A mí solo me ha dado caricias y mensajes de texto.
Pero soy el amor de su vida. ¿Verdad? Aún que nunca me haga su novia, ni me haga una carta en la que diga que me ama. Me ama. Yo exagero todo de más.
Somos un todo, que es un nada. Él tiene el poder en sus manos de hacernos un mundo entero, pero no quiere. No quiere. No me quiere.
Querida Mila, creo que tu misma te respondes en este relato. Creo que amas mucho, intenso, pero muy poco a ti. No lo digo juzgado, porque he estado allí también. No es fácil, a mí me costó mucho soltar. Casualmente ayer subí un post de un relato de ese tiempo. Sé lo que se siente. Espero que encuentres lo que necesitas. Un abrazo.
Puede ser que te ame, sí. Pero no lo suficiente. Y no te tenés que conformar por nadie. Duele pero es la verdad. Merecés a alguien que te ame como vos amás.